ADIÓS AMOR MIO
Marina, miraba
impaciente el reloj, Javier le dijo que
saldría para Londres a las ocho de la tarde. Nunca se perdonaría no llegar a
tiempo de despedirlo deseándole que todo
le fuera bien (Javier era el primer amor
de su vida). Diez minutos antes de las ocho salió del trabajo y con prisa se dirigió a la estación. Deseaba
volar, una fuerza irresistible le hacía caminar con presteza y ansiedad para
llegar antes de que saliera el tren. Al llegar a la estación, vio como el tren estaba a punto de salir… Javier
estaba en la ventanilla. Una sonrisa de satisfacción iluminó su cara,
Marina lo miraba desde el andén presintiendo que sería
la última vez que contemplaría el rostro del hombre que había amado tanto. Él
alargó sus manos, ella las estrechó con
amor, transmitiéndose ambos un
calor que salía del corazón. Una
vez más, Marina, contempló aquel rostro
tan varonil del que estaba enamorada.
Marina, miraba con
embeleso a Javier, admirando su
rostro que para ella era perfecto.
Javier amaba en Marina su bondad, su saber estar, su dulzura todo ello
acompañado de un encanto singular. Que la hacía aun más bella de lo que era. Y sobre todo su admiración por él,
sintiéndose este muy alagado. Eran momentos de éxtasis que solo ellos sabían
apreciar
Y ahora, allí estaban los dos, besándose separados por el
lateral del tren que
les separaría aun más y llevaría a Javier al destino elegido. La crisis económica obligó a Javier a emigrar.
El tren se puso en marcha.
Marina sintió una profunda tristeza y
en lo más hondo de su ser sintió impotencia al pensar que quizás nunca
más se volverían a ver. Habían
compartido durante cuatro años un amor
lleno de sombras y luces A pesar de todo. Se sentían felices estando juntos, Solo vivían el presente, no
pensaban en las sombras que a veces oscurecían una relación de amor puro y
limpio.
¿Se volverían a ver?
La realidad de la vida les hizo vivir solo el
presente, el futuro quedaba muy lejos… y las esperanzas de regreso de Javier,
muy escasas, por no decir nulas.
Después de algún tiempo la comunicación entre ellos se fue
apagando.
Marina se casó fue inmensamente feliz. Sintiéndose amada y
respetada.
Por un amigo supo que Javier también se había casado.
Ya, en la ancianidad se enteró que a miles de kilómetros, en
un hospital, Javier luchaba entre la
vida y la muerte, estaba gravemente enfermo. Le hubiese gustado estar a su
lado acariciarlo y besarlo. Sentir su cercanía y como tantas
veces antes contemplar su rostro tan varonil y
perfecto.
Por lo que supo, no pudo vencer la enfermedad y murió. Estaba
solo, se había separado de su esposa y esta había muerto después.
Marina siempre sintió que en su corazón una pequeña fibra
latía al recuerdo de su primer amor,
que a pesar de ser feliz,
añoraba.
Amanece
sin luna se va
la noche
A TODOS LOS SEGUIDORES DE ESTE HUMILDE BLOG LES DEDICO ESTE RELATO INSPIRADO EN LA IMAGEN QUE ACOMPAÑA A ESTE POST.
ES UN EJERCICIO DE ESCRITURA CREATIVA. GRACIAS POR LEERME.
IMAGEN DE GOGOGLE